jueves, 23 de octubre de 2008

Ludmila

Llegue,
me senté en tu cama silenciosamente
Con cuidado mire alrededor a todos tus personajes de ficción hechos muñecos que están por todas partes.
Repare en uno, que siempre miro desde el piso,
porque no tenes sillas para que nos sentemos…
Me quede colgada un buen rato en eso…

Me gusta que no me digas nada si no hablo, porque eso es lo que quiero, tirarme, sentirme cómoda y esperar que pase tiempo…

Cada tanto me río porque te gusta ver mi sonrisa

Después de un rato te acercaste a la cama y te tapaste hasta los ojos con la frazada,
pensé en que hacia mucho calor como para que hayas hecho esa acción pero no te importo y te cobijaste en ellas.
De repente te pregunte
Respondiste que no
Te dije, si, se que besaste una mujer en estos días
Repetiste no
Repetí si
De alguna manera veía en tus labios marcas, que solo yo puedo llegar a ver por todo lo que creo conocerte, por todo lo que creo quererte…
Volviste a decir NO
Pero después de esa vez…te acercaste y comentaste…una chica me beso a mi…
Ah (dije) - porque yo lo sabía-
De repente me acorde de Chiche Gelblung y no me quedo muy claro porque es que se me había venido a la cabeza
Entonces me preguntaste porque me reía
Yo ahí me enoje y te dije “de nada”

Me levante de la cama, hice unos pasos de baile maravillosos
Me miraste
Me acerque hasta la cocina, había agua caliente en la pava…
Agarre tu taza favorita y me hice un te de frutos rojos
Esa es mi taza – me dijiste-
Lo se –respondí-

Mire por la ventana a tus vecinos, me acerque más y mire el patio interno…
Después me di vuelta, con la taza en la mano, me agache, me toque el dedo gordo del pie izquierdo que hace días que tengo hinchado, me incorpore, camine unos pasos, llegue nuevamente a tu cama, me senté, tome un poco de te, note como se hinchaba mi encia por lo caliente que estaba, te saque la frazada de la cara y confesé…estoy celosa.

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una patada de alegria en la nariz